See our Photo of the Week (and archive of more) books we recommend

Opinion Advertize Permission
To be notified of new articles Survey Store About Us
Más artículos en español


Vandana Shiva: Entrevista (1998)

St. Louis, Missouri



Dr. Vandana Shiva en St. Louis, Missouri. Foto por Nic Paget-Clarke.

Dr. Vandana Shiva en St. Louis, Missouri. Foto por Nic Paget-Clarke.
Entrevista realizada por Nic Paget-Clarke y publicada en In Motion Magazine en agosto de 1998. Esta traducción es por "Soft Power" una revista de España.

" 'Soft Power' es un programa de actividades culturales sobre biotecnología, una rama de la ciencia que, con los avances de las industrias farmacéutica y alimentaria y del sistema de patentes aplicadas sobre la materia viva, ha entrada definativamente en nuestra vida cotidiana.
'Soft Power' aborda estas innovaciones en el campo fr ls biología desde el punto de vista de la critica cultural, la economía, la historia de lia ciencia, la perspectiva poscolonial o la filosofía politica. http://www.amarika.org/softpower


In Motion Magazine: ¿Por qué las patentes son una nueva forma de colonialismo?

Vandana Shiva: Porque las patentes actuales repiten los mismos mecanismos coloniales que se pusieron en marcha hace 500 años. Cuando Colón y otros como él desembarcaron en el continente americano, llevaban consigo unos documentos de papel, conocidos como “cartas de patente”, que les otorgaban el derecho a adjudicarse la propiedad de todos los territorios del mundo que no estuvieran ya gobernados por reyes cristianos. Las bio-patentes actuales funcionan de la misma manera: permiten a las empresas multinacionales apropiarse del conocimiento y de las semillas, plantas o cualquier otra forma de vida desconocidas por el hombre blanco, y comercializarlos. Esto es la base del fenómeno que nosotros llamamos biopiratería, en virtud del cuál las semillas de Basmati, el arroz aromático tradicional de la India, cultivado durante siglos en el mismo valle de donde yo vengo, sea reivindicado hoy como un “invento novedoso” por la compañía RiceTec. O que el nim, que hemos usado durante milenios para controlar las pestes y para curar enfermedades, que está documentado en cada uno de nuestros textos antiguos, que mi abuela y mi madre usaban a diario para proteger las semillas, la seda y la lana, sea considerado una “invención” propiedad de la compañía química Grace. Esta epidemia de piratería es muy parecida a la epidemia de piratería que hace 500 años se llamaba colonialismo. Por eso creo que, para referirnos a esta nueva etapa de biopiratería mediante patentes, deberíamos usar el término de recolonización, es decir, considerarla como una nueva forma de colonialismo que se distingue de la anterior en que aquella se aplicaba sobre la tierra mientras que esta se aplica sobre las formas de vida en sí mismas.

In Motion Magazine: ¿Se refiere a esto cuando dice que quiere introducir la perspectiva del Tercer Mundo en los debates sobre biodiversidad?

Vandana Shiva: El Tercer Mundo es esa parte del mundo que se convirtió en las colonias en la anterior etapa de la colonización. Entonces no eran regiones pobres. De hecho, fueron colonizadas precisamente porque eran ricas. Colón llegó a América por error; su objetivo era llegar a la India para controlar la ruta de las especias. Y América Latina fue colonizada porque tenía oro. Si hoy tanto la India como América Latina están entre las regiones más pobres del planeta no es porque sean pobres, sino porque han sido despojadas de su riqueza.

Los habitantes de lo que llamamos Tercer Mundo han sobrevivido, pese a todos esos siglos de saqueo, precisamente gracias a la biodiversidad. Aún poseemos recursos naturales en forma de semillas, plantas medicinales, pienso, etc. que nos permiten seguir produciendo y satisfaciendo nuestras necesidades de salud y alimentación. Estos últimos recursos de los países pobres, que ya fueron despojados de su riqueza en la primera colonización, están siendo usurpados ahora a través de las patentes. Antes, los campesinos guardaban las semillas de una cosecha para la cosecha del año siguiente, las intercambiaban y las cultivaban con libertad. Ahora, esas mismas semillas son propiedad de empresas multinacionales que se apoyan en el sistema de patentes, en tratados internacionales de propiedad intelectual y en todo un entramado legal auspiciado por organizaciones como la OMC para impedir que los campesinos cultiven libremente sus semillas. Si una semilla está patentada, el agricultor ya no tiene derecho a guardarla o intercambiarla, sino que debe comprarla cada año a la empresa dueña de la patente. Es el mercado global de las semillas.


Vandana Shiva con representativas de organizaciones japoneses en una manifestación en frente de las oficinas de Monsanto en St. Louis, Missouri. Foto por Nic Paget-Clarke.

Vandana Shiva con representativas de organizaciones japoneses en una manifestación en frente de las oficinas de Monsanto en St. Louis, Missouri. Foto por Nic Paget-Clarke.

Actualmente, el 80% de la población india utiliza plantas medicinales que cultiva en sus propias casas o que crecen de forma natural en el campo. Nadie paga por usarlas puesto que son un regalo de la naturaleza. Pero hoy estas plantas medicinales están siendo patentadas. Estamos llegando a una situación en la que las regiones del llamado Tercer Mundo -que han sido las mayores proveedoras de recursos naturales y las mayores productoras de alimentos, regiones donde la mayoría de la población está, de un modo u otro, relacionada con la industria alimentaria- están intentando ser transformadas en sociedades de consumo. Pero en una sociedad empobrecida no puede existir una sociedad de consumo. Lo que existen, en cambio, son enfermedades, hambrunas, epidemias, altas tasas de malnutrición y guerras civiles.

In Motion Magazine: La RAFI (Rural Advancement Foundation International) habla de la tecnología terminator. ¿Puede explicarnos en qué consiste esta tecnología exactamente?

Vandana Shiva: En India, cuando un campesino planta un semilla, recita una oración que dice algo así como: “ojalá que la semilla nunca se agote y nos traiga nueva simiente el año que viene”. El otro día en el mercado de semillas de mi valle, uno de los campesinos mostraba sus semillas de arroz Basmati diciendo: “hace cinco generaciones que plantamos estas semillas en mi familia”. Durante mucho tiempo, guardar semillas y salvaguardar su continuidad ha sido un orgullo y un deber para con el entorno y la comunidad. Ahora la oración parece ser más bien: “ojalá que esta semilla se agote y nos traiga más ganancias el año que viene” pero no la recita el campesino sino empresas como Monsanto que, a través de estas tecnologías terminator, manipulan genéticamente las simientes para que sólo germinen una vez. La tecnología terminator es el modo que han encontrado esas empresas para obligar a los campesinos a comprar nuevas simientes todos los años. Con el sistema de patentes, los campesinos están obligados a comprar semillas nuevas para cada cosecha, pero las empresas tienen que gastar mucho dinero para asegurarse de que sea así (regulaciones, controles, etc.). Sin embargo, la tecnología terminator es extremadamente segura porque la incapacidad de reproducirse está incorporada genéticamente en la propia semilla.

Para Monsanto, un campesino es sólo un conductor de tractores mal remunerado. Pero un campesino no es es eso. Un campesino es alguien que se relaciona con la tierra y cuida de su fertilidad de cara a las generaciones futuras, para lo cuál debe también proteger la fertilidad de sus semillas. La tecnología terminator es una violencia para la ética básica de la vida campesina. Pero también es una violencia contra la naturaleza misma porque, de algún modo, lo que está diciendo Monsanto es que debemos intervenir en el desarrollo natural de las cosechas porque ese desarrollo natural va en contra de sus intereses comerciales.

In Motion Magazine: ¿Cuál es la conexión histórica entre la ingeniería genética y la eugenesia?

Vandana Shiva: La imagen que tenemos de la ciencia es la de un campo de saber en el que las invenciones se producen de manera espontánea. Alguien tiene una idea genial y, a partir de ahí, surgen nuevos inventos y nuevas ramas de conocimiento. En el pasado solía ser así. Pero desde la revolución industrial, cuando Francis Bacon expuso las conexiones entre la ciencia y el poder, los conocimientos científicos resultan cada vez más de acciones deliberadas. Es el caso de la ingeniería genética. Sus orígenes se remontan a finales de los años treinta, cuando apareció la biología molecular como una rama de la ciencia sin fundamentos claros. Nadie sabía a qué daría lugar desde un punto de vista estrictamente científico. Pero sí se sabía una cosa: que la eugenesia había perdido reputación en Europa y el proyecto eugenésico debía ser presentado a la opinión pública bajo una apariencia distinta.

No podía ser tan abiertamente político. Debía tener una base científica. Por eso, las primeras investigaciones sobre biología molecular fueron financiadas por la Fundación Rockefeller como un programa de psicología social. El objetivo era encontrar argumentos de carácter científico para explicar la organización social, para poder decir que las diferencias entre los seres humanos están determinadas biológicamente, es decir que son fruto de la “selección natural”, y por tanto, son inevitables. Los pobres no son pobres porque existe una organización social que les impide acceder a la educación, la salud, etc. sino porque están biológicamente diseñados para serlo. Este tipo de argumentos, que en la filosofía eugenésica se presentaban como mecanismos de “mejora de la raza”, empezaron a ser explicados en base a criterios biológicos.

Durante 50 años, la investigación genética ha tomado esta dirección, liderada por un club de hombres blancos que se conceden premios Nobel unos a otros y están conectados entre ellos a través de las redes de financiación de la investigación científica. El objetivo es doble. Por un lado, como he dicho, justificar decisiones políticas en base a argumentos biológicos. Y por otro, crear mecanismos de control de la salud y la nutrición a gran escala, que es lo que ocurre hoy con la industrialización de la ingeniería genética y la biotecnología, porque cuanto más se manipulen las estructuras vivas, mayor será el control sobre la comida y los fármacos que provienen de ellas. La propaganda biotech nos quiere convencer de que con la manipulación genética siempre se obtienen productos de mayor calidad. Pero no es verdad. También implica mayores riesgos. De hecho, cada vez más gente rechaza los alimentos transgénicos porque conocen los peligros que conllevan y saben que no mejoran necesariamente el sistema de producción alimentaria. No existe una correlación directa entre manipulación genética y progreso. Es imprescindible no perder de vista las raíces eugenésicas de la ingeniería genética porque, en la medida en que la ingeniería genética se desplace desde los vegetales hacia los animales y de estos hacia los seres humanos, volveremos al programa eugenésico de “manipulación de lo vivo”, basado en criterios que parecen científicos pero en realidad son económicos y políticos.

In Motion Magazine: Cuando debate con genetistas, suele decir que los campesinos siempre han seleccionado semillas pero que ahora las industrias biotech están acelerando este proceso de selección. ¿Cuál es entonces la diferencia entre la selección tradicional de semillas y la industrial?

Vandana Shiva: Hay dos diferencias importantes. La primera es que tradicionalmente los campesinos seleccionan semillas dentro de su propio ecosistema: los campesinos africanos seleccionan semillas africanas y las cultivan en tierras africanas, los campesinos europeos seleccionan semillas europeas y las cultivan en Europa.

La segunda diferencia es que la agricultura tradicional manipula los cultivos dentro de los límites de cada especie. Manipula las plantas de arroz para crear un tipo de arroz nuevo, o las plantas de trigo para crear un tipo de trigo nuevo. Y esto lo hace también la agricultura industrial. Pero la manipulación genética actual permite traspasar los límites entre especies, introduciendo genes de una especie en la estructura genética de otra especie. Y además, la agricultura industrial de transgénicos cultiva estas nuevas variedades en millones de hectáreas en todo el mundo, porque comercialmente, para rentabilizar la inversión en investigación y las patentes, no es rentable hacerlo en unas pocas hectáreas de tierra.

In Motion Magazine: ¿Puede hablarnos de Navdanya, el movimiento para la conservación de la biodiversidad y los derechos de los campesinos?

Vandana Shiva: Navdanya significa “nueve semillas” y es un programa nacional que inicié hace 10 años para luchar contra el monopolio de los cultivos. El objetivo es conservar semillas nativas de la India, donde aún tenemos mucha biodiversidad y agricultura tradicional. Es un movimiento político que defiende los derechos de los campesinos a utilizar libremente las semillas, resistir al control de las corporaciones multinacionales sobre los cultivos y proteger la sostenibilidad de la agricultura local.

Ahora somos unas siete zonas y hemos iniciado dos nuevos bancos de semillas, uno en la región de Uttar Pradesh y otro en la de Punjab, donde los campesinos también están abandonando el uso de fertilizantes químicos. Monsanto dice que sus semillas transgénicas no necesitan fertilizantes químicos pero es mentira. Los cultivos de Monsanto introducen fertilizantes químicos en tierras en las que hasta ahora nunca habían sido utilizados. Con la defensa de las semillas nativas defendemos también nuestro derecho a no usar este tipo de fertilizantes y a no acumular con las multinacionales deudas derivadas del sistema de patentes. Pero también defendemos el derecho de los consumidores a elegir productos que no estén modificados genéticamente y a poder seguir consumiendo las especies tradicionales que han evolucionado durante siglos. Los productos derivados de especies nativas, cultivadas de manera tradicional, son más caros pero también tienen más gusto y son más nutritivos y menos perjudiciales, tanto para la salud como para el medioambiente. Decir que estos cultivos son “primitivos” es una locura: la verdad es que los cultivos tradicionales están mucho más desarrollados que los industriales porque tras ellos hay siglos de evolución.

Parte de nuestra lucha es que se reconozca la capacidad de innovación de la agricultura no-industrial y la importancia de la diversidad de la tierra. Con Navdanya convertimos nuestra celebración de la diversidad en una forma de resistencia.

Publicado en español en In Motion Magazine 28 de noviembre, 2013. Publicado en Soft Power en españolemn 2012. Publicado en inglés en In Motion Magazine - August 14, 1998.