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Entrevista con Francisca Rodriguez
de ANAMURI y La Vía Campesina

Parte 1:
Visibilizar el trabajo y la participación de las mujeres
Parte 2:
Recuperar consciencia / Un espacio de intercambio

Santiago, Chile

Francisca Rodriguez de Anamuri y La Vía Campesina en su jardin en Lampa, Santiago, Chile. Todos fotos por Nic Paget-Clarke.
Francisca Rodriguez de Anamuri y La Vía Campesina en su jardin en Lampa, Santiago, Chile. Todos fotos por Nic Paget-Clarke.

Estatua de Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, en Santiago, Chile. Fue matado durante el golpe contra el gobierno chileno en 1973. Foto por Nic Paget-Clarke.
Estatua de Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, en Santiago, Chile. Fue matado durante el golpe contra el gobierno chileno en 1973.

Estatua de Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, al frente del Palacio de La Moneda, Santiago, Chile.
Estatua de Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, al frente del Palacio de La Moneda, Santiago, Chile. Allende murió y La Moneda fue bombardeado durante el golpe contra el gobierno chileno en 1973.

Carlos Opazo B., marido de Francisca Rodriguez en su jardin en Santiago. Es custodio de Semillas. Foto por Nic Paget-Clarke.
Carlos Opazo B., marido de Francisca Rodriguez en su jardin en Santiago. Es custodio de semillas.

Semillas de partes diferentes del mundo.
Semillas de partes diferentes del mundo.

Maiz rojo. Carlos Opazo B. es custodio de 80 tipos de maiz.
Maiz rojo. Carlos Opazo B. es custodio de 80 tipos de maiz.

Una vista de Santiago de la cumbre de Cerro San Cristobal.
Una vista de Santiago de la cumbre de Cerro San Cristobal.

Parte 1 / Español | English
Parte 2 / Español | English

Parte 1:

Visibilizar el trabajo y la participación de las mujeres

Realizó (y más tarde tradujo y editó) la entrevista Nic Paget-Clarke por In Motion Magazine el día October 18, 2014 in Santiago, Chile. Francisca Rodríguez dice “ ... vivo de Lampa, una comuna muy grande de la región metropolitana de Santiago. Pertenezco a la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, organización de la cual soy constituyente, lo mismo que de La Vía Campesina a nivel internacional, y de la CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo que es la identidad de América Latina de La Vía.”

Enlaces:


Organizar movimientos políticos, y también movimiento social

In Motion Magazine: Ok, comprendo que tú estuviste en la lucha contra el golpe de Pinochet y de los Estados Unidos? Puedes hablar de la importancia de este golpe y el proceso después? También, ¿qué hicieron las mujeres y las indígenas en la lucha contra ese golpe?

Francisca Rodríguez: Claro, de partida nosotras en esos tiempos éramos jóvenes. Y nosotras construíamos un gran sueño que era cambiar las bases de esta sociedad. Y en esa construcción política la juventud política jugó un gran papel para lograr tener un gobierno popular. Creo que ha sido la obra colectiva más importante del pueblo de Chile, construir un programa, una propuesta política para un gobierno popular. Y claro, por supuesto que participamos activamente del gobierno y su derrocamiento significó para nosotros un duro golpe. Toda una situación de represión que vivimos fuertemente durante la dictadura militar y levantar un trabajo clandestino. O sea, una primera etapa fue un trabajo clandestino de recomponer fuerzas políticas, movimientos políticos y organización social.

El golpe de Chile tuvo una característica particular porque era no permitir un gobierno popular en América Latina, pues aquí había aquí un desarrollo político y organizacional muy fuerte. Entonces toda la represión fue dirigida a los partidos de izquierda y a las organizaciones sociales, principalmente a las organizaciones de los trabajadores. Hay diferencia por ejemplo del golpe de Estado en Argentina muy dirigido a la intelectualidad; este fue muy dirigido hacia los sectores populares. Y eso significó para nosotros buscar los caminos de cómo reconstruir movimiento, pero también reconstruir fuerzas políticas. Volver a restablecer esos vínculos políticos.

Y creo que fue uno de los puntos importantes que tuvo la resistencia en Chile que fuimos capaz de organizar movimientos políticos, pero también organizar movimiento social. Y esos dos elementos nos permitía organizar la resistencia antifascista.

Las mujeres fueron clave en la resistencia contra la dictadura

Por un lado, que la mayor represión fue dirigida a los hombres, pero por otro lado las torturas más feroces fueron hechas a las mujeres. O sea, el de no perdonar de que la mujer estemos metidas en política. Ahora como había esa mirada tan sesgada desde el punto de vista de la dictadura de pensar de que nosotras no éramos personas pensantes, creativas, capaces de desarrollar y evolucionar pensamiento.

Prácticamente las directivas sindicales y políticas fueron descabezadas, muchos dirigentes asesinados, encarcelados, perseguidos. Por lo tanto, en el trabajo clandestino las mujeres fuimos tomando la primera responsabilidad política, incluso las directivas de los partidos de izquierda en sus momentos más álgidos, estuvieron dirigidos por mujeres. Y el propio movimiento social, el propio movimiento sindical, las acciones más importantes fueron llevadas a cabo por mujeres. La organización desde las cárceles, se permitió o se llevó a cabo, principalmente por este nexo que había desde el mundo público, político, desde el mundo externo político hacia el interior de las cárceles por las mujeres. Eso poco se ha reconocido.

Entonces, fuimos clave. Fuimos tremendamente importantes en ese periodo de lucha antifascista, en la resistencia hacia la dictadura. Tanto es así, que las acciones más confrontacionales contra la dictadura se hicieron precisamente por las mujeres de la Agrupación de Familiares Detenidos desaparecidos. Estando desaparecidos sus esposos, mujeres militantes, mujeres de izquierda, se pusieron al frente en acciones de confrontación hacia la dictadura.

Y por otro lado, las grandes movilizaciones que partían el 8 de marzo para nosotros, al primer año de dictadura estábamos ya haciendo actividades importantes para el 8 de marzo. Entonces, era muy estimulante para todo el movimiento. Creo que eso, a muchas mujeres nos hizo madurar de un viaje. Madurar en el sentido político; el combinar la lucha pública con la lucha clandestina; el hacer el enfrentamiento hacia la policía en las movilizaciones y por otro lado este trabajo al interior de las cárceles, que bullía desde las mujeres, que realizaban las mujeres, mantenía vivo el espíritu de los que estaban encarcelados.

Entonces creo que el papel que jugaron las mujeres en la lucha antifascista, en la resistencia contra la dictadura, en desarrollar y armar los procesos políticos, fueron determinantes para poder avanzar en terminar con ese dolor tan grande que significaba para el pueblo de Chile la dictadura militar.

Romper el aislamiento del campo

In Motion Magazine: ¿Cuándo empezó ANAMURI?

Francisca Rodríguez: Bueno, ANAMURI es una organización relativamente joven, tiene 16 años. Joven, pero las que las constituimos tenemos muchos años en los caminos de la organización. ANAMURI es producto de esta evolución del desarrollo y de la acción de las mujeres en tiempos de dictadura. Es en ese periodo que al interior del movimiento campesino se empieza a visibilizar el trabajo y la participación de las mujeres. Cuando las mujeres llegan al movimiento campesino, a las organizaciones, no llegan porque vienen buscando sus derechos, no. Llegan porque vienen buscando a sus esposos y muchas mujeres viviendo incluso muy cerca de Santiago, nunca habían venido a Santiago y siempre habían estado en el campo. Entonces, nos obliga la dictadura a salir y nos obliga dijéramos a tomar un papel bastante protagónico en la lucha de solidaridad.

La solidaridad fue una herramienta política importante en tiempos de dictadura. Pero además el romper el aislamiento del campo. Porque, tú entenderás, que la primera medida que toma el gobierno militar es precisamente declarar la ilegitimidad de la reforma agraria. Los crímenes más fuertes, más atroces, más masivos se dieron precisamente en el campo. Aquí el país estaba sustentado por una burguesía agraria que no perdona el alzamiento, esta lucha de los campesinos por la tierra. Entonces, se promulga el decreto que inhabilita la ley de reforma agraria. Se expulsa a muchos campesinos del campo y muchos campesinos caen presos, desaparecen y las mujeres, la única forma que tenían para saber de ellos era la organización y empiezan a llegar de esa manera a la organización.

Yo siempre digo que en nuestros compañeros había muchos temores, en nosotras también, pero muchos se escudaban detrás de nosotras para decir que no podían participar porque las mujeres teníamos mucho miedo. Hubo una dirigente interna, una militante política que nos pidió de que nosotros pudiéramos invitar a las esposas de dirigentes para convencerlas de que a pesar del miedo había que organizarse y por lo tanto, no podían ser ellas que contuvieran a sus esposos para volver a ocupar los lugares y volver a reconstituir la organización. Y lo hicimos en el año 79.

Y cuando conversamos con las mujeres y vinieron varias mujeres de varios lados del país nos dimos cuenta de una cosa muy importante. No era que nosotras tuviéramos miedo. Sí teníamos miedo. Pero nuestros esposos tenían más miedo aún. Entonces se escudaban tras nosotras para no avanzar en este proceso de recuperación de la organización campesina. Y desde ese minuto, surge entre nosotras la necesidad de organizarnos y darnos cuenta que teníamos un espacio al interior de la organización. Y armamos entonces el departamento femenino de la organización. Y junto con eso participábamos en la Coordinadora Nacional Sindical, en el departamento.

Y de ahí desarrollábamos muchas, muchas acciones, muchas actividades, y el proceso organizativo de la mujer en el campo. Por la expulsión de los campesinos, por la salida de los campesinos del campo, la mujer empieza a visibilizar también más su rol protagónico desde el punto de vista de la producción, y desde el punto de vista del ingreso económico para el sostenimiento de la familia. Y eso lo lleva a potenciar la participación de la mujer.

Sin embargo, en las organizaciones mixtas, las organizaciones tradicionales, no había más de una o dos compañeras a la dirección. Y como éramos mujeres opinantes las que estábamos en las direcciones parece que se cerraban las puertas para que entraran otras. Había un temor a que nosotras desplazáramos a los compañeros y eso nos llevó a nosotras a armar una organización de mujeres.

Pero no fuimos solamente aquí en Chile. Yo creo que había inspiración de otras mujeres. Ya estaba la Bartolina Sisa en Bolivia. Ya había surgido la CONAMUCA (Confederación Nacional de la Mujer del Campo) en República Dominicana. Ya estaba el movimiento de mujeres campesinas de Brasil. Entonces, a la par con esto nosotros empezamos a hacer esta reconstrucción de movimientos sociales en América Latina, con nuevas fuerzas, con nuevas formas de organización.

Autodescubrimiento de nuestra lucha y resistencia

Para nosotras la campaña de 500 Años de Resistencia indígena, campesina, y negro-popular marca un hito importante en esta nueva mirada y en esta nueva construcción de movimientos sociales por un lado, pero también en la construcción de la organización política de los campesinos.

En ese proceso que duró 5 años, cuando aquí se querían hacer 5 años de celebración por el descubrimiento de América, nosotros lanzamos una campaña de 5 años de autodescubrimiento de nuestra lucha y resistencia y de las capacidades de nuestro pueblos. Dijimos aquí no hay nada por celebrar. Hay muchas cosas por reivindicar. Hay muchos procesos que hay que restaurar, que hay que reconstruir, y para eso tenemos que auto-descubrir nuestras capacidades de lucha y resistencia.

Este proceso que impulsan los indígenas y los campesinos en América Latina es determinante para la conformación de los nuevos movimientos sociales. O sea, nosotros en esta etapa, los campesinos hicimos tal vez uno de los mayores aportes históricos no consignados, no valorado en toda su magnitud. Creo que nos cuesta mucho reconocer nuestros avances, nuestra capacidad, nuestra inteligencia, nuestra firmeza en las decisiones políticas.

Y paralelamente con estas campañas de 500 años, nosotros fuimos dando vida a la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC). Desde la campaña también surge la CLOC-La Vía Campesina, por eso que la primera declaración de La Vía Campesina está hecha en Managua en Nicaragua; al año siguiente se constituye el Mons en Bélgica que es producto de este proceso que se estaba desarrollando en América Latina.

Emerge con mucha fuerza la unidad pero mirando de frente cuál era la organización que vía necesitábamos y requeríamos. Por eso que somos un movimiento continental. No somos una federación. No somos una unión. Somos un movimiento, una coordinadora, un movimiento coordinado en América Latina. Por eso que La Vía Campesina es La Vía Campesina y no es La Unión Internacional, ni La Confederación Internacional. Es un reto de los campesinos planteado de constituir una vía alternativa al modelo neoliberal.

Nos devuelve identidad a nosotros como productoras

En ese proceso fuimos capaces de rescatar nuestras propuestas políticas: un lenguaje que estaba endemoniado, que estaba satanizado, en que no podíamos hablar de lucha, no podíamos hablar de clase, no podíamos hablar de revolución, en que empezábamos un cuestionamiento a los procesos de izquierda, un aplastamiento hacia el socialismo. Nosotros fuimos capaces de ir construyendo paso a paso una nueva propuesta política. Yo digo una propuesta revolucionaria para nuestros tiempos que surge en el momento preciso y que está el asalto del capital para apoderarse de la alimentación del mundo.

En esa primera Cumbre Mundial de Alimentación (redactor: 1996, en Roma), cuando se plantean desde los gobiernos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas de Alimentación y Agricultura) la seguridad alimentaria como un programa de acción para la seguridad alimentaria de los pueblos; y la estrategia de esa seguridad alimentaria va dirigida principalmente a que los pueblos tengan recursos para adquirir alimentos; y no va dirigida a potenciar no los procesos campesinos para producir alimentos, sino para comprar, para adquirir alimentos, porque se estaba abriendo todo un camino hacia las transnacionales; y se estaban apoderando de la alimentación de los sistemas alimentarios del mundo; estaban convirtiendo la alimentación en una mercancía. En ese momento preciso, nosotros, La Vía Campesina levantamos la voz para decir que este no era un problema de seguridad, era un problema de soberanía.

A partir de ese proceso, también de mirarnos y dijéramos cuán soberanos éramos nosotros, fuimos convirtiendo la soberanía en un conjunto de derechos de los hombres y mujeres del campo. Y eso hace que en este proceso naciente de las mujeres en América Latina, vaya tomando fuerza, porque la soberanía alimentaria nos devuelve identidad a nosotras como productoras, del rol importante que jugábamos en la agricultura. Nos muestra que la agricultura campesina se ha mantenido en varios países porque las mujeres nos hemos resistido a salir de la tierra.

Ese proceso importantísimo va generando todo un movimiento de mujeres en América Latina, no solamente en Chile. Eso nos lleva a nosotras, nos alienta a que tenemos que romper el cerco que teníamos dentro de las organizaciones del movimiento campesino y generar organizaciones de mujeres y en ese contexto se constituye el ANAMURI.

Nos pide que nosotros nos silenciemos

La primera declaración de Anamuri dice “nos fuimos en rebeldía”. Ya estábamos en un proceso de retorno a la democracia. Y en el caso particular de Chile, esta democracia que fue muy amarrada, muy pactada con el departamento de estado de allá del norte que impuso serias restricciones para que nosotros no pudiéramos volver a instalar temas como la reforma agraria.

En el primer gobierno de la Concertación (Concertación de Partidos por la Democracia) el Presidente Patricio Aylwin nos pidió ...

In Motion Magazine: ¿Concertación?

Francisca Rodríguez: La Concertación fue el conjunto de partidos que se concertaron para elegir el presidente, el primer presidente después de la caída de la dictadura, primer gobierno después de 18 años de dictadura -- para elegir, dijéramos, para participar de las elecciones y presentar al candidato a Aylwin que fue el primer presidente después del golpe militar.

Pero esta presidencia, pidió de que nosotros guardáramos algunas banderas, las escondiéramos, que no habláramos de temas que podían ser conflictivos porque teníamos una democracia muy débil. Que la espada la teníamos aquí en la cabeza y que en cualquier minuto los militares podrían volver a dar un golpe grande. Entonces no podíamos hablar de reforma agraria. No podíamos hablar contra el “desarrollo agrícola” (entre comillas) que era la llegada de las empresas transnacionales al campo a instalar la producción de monocultivos.

Tuvimos restricciones de hablar contra lo que significaba, por ejemplo, denunciar fuertemente lo acerca del sistema productivo y sus consecuencias: el gran peligro del uso de los plaguicidas; los efectos que teníamos de los plaguicidas, donde ya teníamos una enorme cantidad de trabajadores enfermos, de niños nacidos con mal deformaciones congénitas. Entonces, teníamos toda la batalla contra los químicos, todas las empresas químicas. Y el gobierno nos pide que nosotros pospongamos todos de estas batallas.

El año 1992 hicimos un video que se llama “Cuerpecitos de Niño” https://www.youtube.com/watch?v=uTeLACtCAsk , donde hicimos todo un seguimiento a los niños nacidos con malformaciones congénitas producto de los agro-tóxicos. Y nuestros campesinos nos dicen que “por favor paremos la campaña del terror.”

Eso para nosotros fue muy fuerte, o sea, venir a decirnos que por estar denunciando lo que hoy día era tan terrible que afectaba conjunto a la población era una campaña del terror, de boca de nuestros dirigentes, era más de lo que podíamos esperar.

Y ahí, nosotras decidimos que íbamos a formar una organización de mujeres, que no nos podían silenciar. Y que nosotras no éramos las terroristas, las terroristas estaban hoy día situados en las empresas transnacionales, que sin importarle nada el ser humano, solamente la gran ganancia, hoy día estaban haciendo, cometiendo un crimen masivo. Porque creo que si contáramos los muertos que hay por los agro-tóxicos, por los envenenamientos nos daríamos cuenta de la cantidad de personas que ha matado la industria química.

Nosotras decidimos formar ANAMURI

Ahí nosotras decidimos formar ANAMURI. Nos fuimos de las organizaciones, por eso que decimos que nos fuimos en rebeldía a los procesos de cooptación que los gobiernos tenían sobre nuestras organizaciones, al querer silenciar nuestra palabra, al querer acallar nuestra denuncia; y formamos, entonces, con 52 mujeres la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI).

Al año siguiente nosotras, en la primera asamblea, ya éramos más de 1000 mujeres. Fuimos creciendo, creciendo, creciendo. Nos desplazamos por todo el país. No le pedimos ni un peso al gobierno. Recurrimos a la solidaridad de clase. Fuimos organización por organización a pedir apoyo para formar esta organización e hicimos en un año un programa loco, bueno, somos locas decimos … somos mujeres que no paramos, que hacemos muchas cosas.

En un año, nosotras hicimos una discusión por sectores. El primer encuentro que hicimos para discutir cómo íbamos a trabajar se llamó Con Cuerpo y Alma de Mujer, en Puerto Montt, al sur de Chile y ese encuentro nos devuelve a la tierra porque, hasta ese minuto, nuestra principal lucha estaba contra los agro-tóxicos y por la defensa de la mujeres trabajadoras que habían entrado masivamente a trabajar a la agroindustria y a las empresas transnacionales.

Y ese encuentro que fue mágico, nosotras decimos, porque nos encontramos a muchas mujeres en un territorio en el que prácticamente no se había hecho reforma agraria; donde las raíces campesinas estaban muy fuertes, muy intactas. Y nos devuelve nuevamente a la tierra. Nos pone ese cable a tierra, para decir que aquí nosotras no podemos mirar solamente a las mujeres asalariadas, sino que tenemos que dar esta batalla grande por la soberanía alimentaria, por recuperar la tierra, por visibilizar nuestro trabajo en la agricultura, por tener una valorización de nuestro aporte económico al desarrollo del país y al mantenimiento de las familias campesinas y de las comunidades.

Y creo que fue súper importante. Después hicimos otro encuentro, ya para hablar sobre cuál eran los programas que habían desde el gobierno, de este gobierno democrático para las mujeres campesinas y darnos cuenta de que los programas eran insuficientes, porque no hablaban de mujeres campesinas productoras. Estaban hablando de mujeres a las cuales se les querían enseñar una serie de cosas para ser mejores dueñas de casa.

Y nosotras rompimos esos esquemas para decir “No”, aquí necesitamos tener acceso al desarrollo de tecnología o a desarrollar nuestras tecnologías, las tecnologías creadas por los campesinos, a desarrollarlas para hacerlas más manipulables y más eficientes. Y fuimos en esta ligación grande hacia la tierra y la agricultura y a la soberanía alimentaria. Fuimos viendo de cómo se iban perdiendo nuestras semillas.

La campaña de la semilla; la campaña contra la violencia a las mujeres

Ya nosotras nos juntábamos con las mujeres de América Latina. Hicimos nuestro primer encuentro continental en Brasil. Con planteamientos muy claros levantamos, no aceptamos ser parte en forma individual del congreso, nosotros planteamos asambleas previas de mujeres, para que en el congreso no se nos arrincones comisiones de mujeres. Entonces fuimos haciendo una estructura continental de mujeres. Una articulación de mujeres del campo, donde ANAMURI se insertó y fue promoviendo fuertemente la organización de mujeres en América Latina.

Ese vinculo con las mujeres de otros países en lucha es lo que fortaleció a ANAMURI, y es lo que nos hizo tener un planteamiento claro, firme, sin vacilaciones frente a la soberanía alimentaria, planteada no como el derecho de los campesinos a producir sino que como un conjunto de derechos. La lucha por la semilla, declararla que es un patrimonio nuestro, de los pueblos indígenas y campesinos y nosotros las poníamos al servicio de la humanidad, no era un patrimonio de la humanidad.

O sea, fue una rica discusión, un proceso muy fuerte que hemos hecho las mujeres, que hemos contribuido a la mirada política de La Vía Campesina. Las principales campañas las hemos propuesto las mujeres desde nuestro debate y eso potenció sin duda a ANAMURI. Hoy día ANAMURI es una de las organizaciones emblemáticas más importantes de Chile, la única organización nacional de mujeres.

Es la organización más grande de Chile, con un planteamiento muy claro. Creo que la fortaleza que tiene nuestra organización, y las organizaciones de mujeres de América Latina, es que no hemos permitido que el movimiento campesino nos aísle. Nosotras somos parte del movimiento campesino, por eso instalamos la paridad de género en La Vía Campesina -- lo que también ha hecho más fuerte al movimiento campesino.

Por eso hemos lanzado una campaña de basta de violencia contra la mujer en el campo. No solamente la violencia doméstica, sino que la violencia que hoy día el sistema tiene con todas sus vertiente: en el trabajo, la violencia; en el medio ambiente, la violencia en relación al trato de nuestra Madre Tierra y a nuestros recursos naturales. La violencia al despojo de nuestra identidad como campesina y campesino. La violencia que hay cuando nos quieren despojar de nuestro conocimiento, nuestra sabiduría, y nuestras prácticas de hacer agricultura. Y por eso que hemos lanzado, como te decía, la campaña de la semilla; la campaña contra la violencia a las mujeres del campo.

Del pensamiento humano, y no del pensamiento del capital

Hemos impulsado con fuerza el tema de la agricultura, de la agroecología. No como algo nuevo que emerge, sino que la recuperación de nuestras prácticas ancestrales de hacer agricultura. Las que se han venido desarrollando desde los pueblos originarios hasta ahora -- de toda la ciencia que ha habido en el desarrollo de la agricultura. Si, los primeros genetistas han sido los indígenas y los campesinos. Y no tuvieron que ir a la universidad para que les reconocieran un titulo, pero ha sido el aporte más valioso que ha habido.

Eso yo creo que es la fortaleza no solamente de ANAMURI sino que del movimiento de mujeres de América Latina articulada, coordinada a través de La Vía Campesina con las mujeres del mundo.

O sea, donde vayas tú te vas a encontrar a las mujeres organizando, te las vas a encontrar luchando, te las vas a encontrar resistiendo porque las mujeres del campo hemos creado una fuerza impresionante; antes, nosotras pedimos a las mujeres de la ciudad que nos apoyen, hoy día las mujeres de la ciudad nos piden a las campesinas que las apoyemos, porque tenemos una identidad muy fuerte con la tierra; porque hemos dado un valor muy grande a nuestra cultura; porque nos hemos reconocido en nuestros conocimientos y sabidurías, porque tenemos la capacidad de pensar y de proponer; no solamente reclamamos, no solamente exigimos, proponemos y construimos alternativas.

Son los tiempos actuales, por supuesto que combatimos fuertemente la tecnología pero usamos la tecnología. Hablamos de una ciencia y una tecnología al servicio del pueblo que hoy día está al servicio del capital. Una tecnología dirigida precisamente a apartarnos de la vida social. Una tecnología que nos tiende a aislar y que nos consume. Nosotros queremos una tecnología que nos conecte, pero que nos conecte en función del pensamiento humano y no del pensamiento del capital que hoy día es predominante en el mundo.

Eso somos las mujeres.

La parte 2 de la entrevista con Francisca Rodriguez
de ANAMURI y La Vía Campesina:
Recuperar consciencia / Un espacio de intercambio


Publicado en In Motion Magazine 8 de enero, 2017.

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